¿Papeles barrera o plásticos? No es tan sencillo

  • Este artículo fue publicado por Packaging Europe el 16 de febrero de 2021
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Victoria Hattersley ha charlado con René Köhler, Head of Business Development Packaging Solutions de Sappi Europe, para profundizar sobre el tema de los papeles barrera y el objetivo de Sappi de garantizar la extensión de su utilización a medida que la industria comienza a eliminar los materiales de origen fósil.

El aspecto del mercado en relación con los embalajes con propiedades de barrera es muy diferente al de hace una década. Durante años, los materiales flexibles laminados multicapa con revestimiento de polietileno no reciclable y el aluminio han sido las principales opciones para el envasado de productos perecederos. Sin embargo, la situación ha cambiado. Aunque no cabe duda de que no están en condiciones de «sustituir» a los plásticos, cada año vemos cómo van llegando papeles barrera más sofisticados.

Pero no todos los papeles barrera son iguales. Para decirlo sin rodeos, algunos son de alta barrera y otros, no tanto. ¿Cómo podemos distinguir las soluciones que de verdad cambian las reglas del juego de las que son meros lavados de imagen para mostrar una cara más «eco»?

«En el mercado hay mucha gente que dice poder ofrecer papeles barrera, ¿pero qué significa exactamente? Cualquier papel que contenga una capa de otro material puede denominarse “papel barrera”, pero eso no significa que cumpla con las necesidades del mercado».

René Köhler

En su opinión, el objetivo definitivo de Sappi, como especialista en papeles barrera, es sustituir los laminados multicapa de aluminio y plástico y aportar una alternativa verdaderamente sostenible que cumpla con todas las exigencias del mercado en términos de rendimiento. La empresa ya ha avanzado en esta dirección, por ejemplo, con su Sappi Guard Gloss 4-OHG, un papel brillante, recubierto por una cara, con un revestimiento funcional de alta barrera y termosellabilidad que es adecuado tanto para aplicaciones alimentarias como no alimentarias.

Una percepción habitual dentro de la industria y fuera de ella es que los papeles barrera no pueden reciclarse, ya que para proteger el producto deben contener algún tipo de recubrimiento basado en polímeros. Sin embargo, René subraya que este no es el caso, que es posible ofrecer un papel con una capa basada en polímeros que aun así pueda integrarse en los flujos de reciclaje existentes. Parte del problema, como veremos más adelante, es que la propia infraestructura del reciclaje no está preparada para ello. En algunas ocasiones, con temas tan complejos, puede resultar de utilidad retroceder hasta una pregunta más fundamental, así que la formulamos:  

 

Qué es exactamente el plástico?

La mayoría de nosotros diríamos que la respuesta es bastante sencilla: el plástico es el término que engloba una amplia gama de materiales sintéticos o semisintéticos que existen actualmente en el mercado y que se fabrican a partir de una gama cada vez mayor de materias primas orgánicas, como los combustibles fósiles, la celulosa, el gas, la sal, etc.

Sin embargo, René sostiene que tenemos que aclarar, o incluso redefinir, la naturaleza de los plásticos si queremos cuestionar las creencias habituales sobre los papeles barrera. «Si hablamos de un envase de plástico rígido, se trata de un plástico estructural, que claramente no se puede desechar en el flujo de reciclaje de papel. Sin embargo, lo que añadimos a nuestros papeles son capas funcionales muy delgadas de polímeros. Creemos que es necesario distinguir entre estos dos elementos —capas estructurales y funcionales—, porque las últimas, si están desarrolladas correctamente, deberían poder reciclarse en el flujo de residuos habitual, ya que las capas funcionales pueden retirarse de las fibras. No decimos que nuestros papeles barrera no contienen plásticos porque no sería cierto; todo depende de cómo los definamos».

 

¿Estamos cayendo en la sobreingeniería?

Esta es una cuestión interesante, pero Sappi es consciente de que hará falta algo más para convencer a más propietarios de marcas de que se pasen al papel para sus productos de gran consumo. Puede que, de hecho, si nos atrevemos a decirlo, haya incluso que hacer renuncias, una reevaluación de cuánto tiempo es necesario realmente que duren los productos en las estanterías. ¿Le estamos exigiendo demasiado a los envases a costa del medioambiente? René parece sugerir que, en algunos casos, algunas de las barreras complejas que estamos utilizando hoy en día, aunque impresionantes, pueden caer en la sobreingeniería.

«A menudo los propietarios de las marcas recurren a nosotros con requisitos funcionales muy elevados, pero en este momento el reto que tienen que abordar es el de identificar qué protección necesitan en realidad sus productos. ¿Buscamos seguir igual que siempre o podemos comprometer parte de la vida útil para así poder emplear materiales más sostenibles? Creo que en muchos casos es posible si solo cambiamos un poco la mentalidad».

En ningún caso estamos hablando de sacrificar la funcionalidad; está claro que elevar los niveles de residuos alimentarios sería el peor escenario, así que las barreras tendrán que seguir ofreciendo en todo caso un aislamiento frente a la humedad, el oxígeno, la temperatura, los olores, etc. Es simplemente que los productos de gran consumo pueden estar envasados en exceso si tenemos en cuenta sus necesidades reales de conservación. ¿Es posible que sea el momento de replanteárnoslo? Ya simplemente utilizar barreras que protejan durante nueve meses en lugar de durante 12 podría marcar una diferencia ambiental significativa.

«Intentamos desarrollar aplicaciones a medida según las necesidades. Debatimos cada proyecto con los propietarios de las marcas de forma individual, determinamos sus criterios mínimos y qué material de envasado será el adecuado para su aplicación».  

 

¿Qué debe hacer la industria en su sentido más amplio?

Por supuesto, no podemos hablar solo de los propietarios de las marcas. Lo más importante es que la propia industria tiene que adaptarse al inevitable aumento de los papeles barrera que veremos en los próximos años. La cuestión es que, hasta ahora, la mayoría de los papeles que se reciclan son papeles gráficos, y a ello están acostumbradas las empresas de reciclaje. En el futuro, esto no puede ser así, afirma René. En su opinión, la infraestructura del reciclaje debe estar preparada para procesar materiales de barrera a la escala necesaria.

«¿Está la infraestructura completamente lista en este momento? Francamente, no, así que queda mucho por hacer. Hay empresas de reciclado muy interesadas en incluir los papeles barrera, mientras que otras están más acostumbradas a los papeles “puros”. Tenemos que hacer llegar el mensaje de que nuestros papeles barrera son muy reciclables, por lo que no resulta complicado incluirlos en el flujo de reciclaje, siempre que la industria esté dispuesta a realizar los pequeños cambios necesarios».

También hay que tener en cuenta el lado de la producción: los fabricantes pueden tener dudas en relación con la capacidad del papel para funcionar en las máquinas de transformación y envasado existentes. ¿Tendrían que hacer una gran inversión, posiblemente incluso una revisión completa de su maquinaria, si quieren gestionar los volúmenes de papel barrera que Sappi y otras empresas esperan que veamos en el futuro?

René argumenta que no, aunque puede comprender las dudas: «Estas líneas de embalaje están acostumbradas a trabajar con películas plásticas, y por supuesto que el papel es completamente diferente: se rasga con facilidad, no es tan resistente a las perforaciones, etc. Sin embargo, a diferencia de lo que se cree, esto no requiere un gran desembolso. Nuestro objetivo es que estas barreras puedan funcionar en las líneas de embalaje existentes, con unas pocas modificaciones, para que los propietarios de las marcas no tengan que invertir en nuevas tecnologías».

 

Necesitamos plástico, pero ¿cuánto?

Hay una pregunta a la que volvemos una y otra vez cuando hablamos con los productores de papel, y es importante: ¿qué diría Sappi a quienes sostienen que el impacto medioambiental global de la fabricación de papel es mayor que el de los plásticos? Hemos oído refutaciones convincentes al respecto: que la industria del papel, por ejemplo, también emplea en gran medida energías renovables, o que es necesario tener en cuenta todo el ciclo de vida, pero es cierto que el papel requiere para su producción una gran cantidad de energía y de recursos en comparación con el plástico.

Para Sappi, todo queda en una especie de pragmatismo: tenemos que trabajar con las realidades actuales. «Si hablamos del consumo energético, sí, es intensivo en el papel, pero no debemos perder de vista el problema que suponen los residuos de plástico. El problema no es tanto Europa, donde la infraestructura está mejorando, sino más bien el mundo en vías de desarrollo —Asia y Oriente Medio, por ejemplo—, donde no existe en absoluto una infraestructura del reciclaje».

En estos casos, opina, los obstáculos son importantes: no solo hay que crear los sistemas de reciclaje, sino también lograr un cambio de comportamiento en los consumidores para que los plásticos no se devuelvan sin más al medioambiente, donde durarán cientos de años, a diferencia del papel, que desaparecerá. Estos cambios, tanto de infraestructura como de comportamiento, aunque pueden darse, tardarían décadas, y René considera que no tenemos tiempo que perder.

El reciclaje químico es, por supuesto, un campo de desarrollo muy interesante que podría cambiar el panorama en lo que respecta a la creación de una economía circular para los plásticos, pero, de nuevo, se encuentra en una fase muy temprana y pasarán años antes de que podamos esperar que se convierta en una realidad de la industria. Por otro lado, el papel ya es el material más reciclado del mundo, lo que lo sitúa en una posición muy potente para cumplir con los ambiciosos objetivos de reciclaje fijados recientemente por la UE, como explica René. «Si tenemos en cuenta las cifras globales de papel y cartón, nos encontramos en un 70-80 % de tasas de reciclaje, y el objetivo es llegar al 90 %, por lo que es completamente diferente al caso del plástico, donde la tasa de reciclaje global debe rondar el 14 %».

Sin embargo, Sappi no busca demonizar el plástico. «Por supuesto, necesitamos el material —en algunos casos supone la única solución real— pero en determinados ámbitos el papel puede y debe desempeñar un rol mayor. La dirección clara que debe tomar la industria de los embalajes en su conjunto es esforzarse por alcanzar el 99 % de reciclaje en ambos flujos: monoplásticos y papeles barrera. Los multicapas se quedarán naturalmente en el camino porque no se pueden reciclar» (aunque algunas empresas están trabajando en ello).

El uso alternativo de biopolímeros tampoco es realista a gran escala, al menos no en un futuro inmediato. «También existía la duda de si debíamos apostar por los compostables para los mercados emergentes, pero es más caro y el rendimiento de estos materiales aún no está totalmente probado. También me preocupa que al ofrecer materiales compostables estemos animando a la gente a arrojarlos a la naturaleza en lugar de tener en cuenta opciones de reciclaje».  

 

Es posible mucho más

Debo añadir aquí que al afirmar que tenemos que trabajar dentro de las limitaciones del mercado a las que nos enfrentamos hoy, no significa que no podamos mirar hacia un futuro en el que sea posible hacer más. Utilizando el ejemplo del papel: los tipos de soluciones de barrera que podrían haber parecido inviables para las personas en el pasado, ahora están en las estanterías de los supermercados. El objetivo de Sappi es seguir reduciendo la cantidad de plástico que utiliza, hasta que finalmente (hay que admitir que falta mucho tiempo) no sea necesaria ninguna barrera de polímero. «Lo primero que queríamos hacer era mostrar al mundo que es posible crear un papel de alta barrera», cuenta René. «Con las próximas generaciones de estos papeles, la capa de barrera será incluso más fina sin sacrificar su rendimiento. También seguiremos trabajando por mejorar la resistencia a la perforación en comparación con el plástico».

Cree que el problema principal no es aumentar el rendimiento de la barrera, cosa que sucederá según evolucione la tecnología, sino más bien la falta de apoyo para impulsar la iniciativa del papel. Según afirma, la situación ideal sería contar con un sistema de reciclaje unificado para la UE, con instrucciones claras sobre dónde pueden depositar los consumidores los envases de papel. Por último, es necesario cambiar y armonizar los umbrales en toda Europa: debe haber nuevos umbrales que permitan un mayor contenido de polímeros en los papeles barrera, ya que, de lo contrario, la sustitución de materiales a base de plástico y film sería imposible de alcanzar en zonas como Alemania, donde el contenido máximo permitido es del 5 %. No cabe duda de que la industria aún tiene mucho que hacer en lo que respecta a la mayor aceptación de los papeles barrera, pero Sappi confía en que alcanzará una mayor cuota de mercado. En resumen, el cambio se acerca, solo que no se va a dar de la noche a la mañana.  

 

Packaging Europe (16 febrero 2021):

https://packagingeurope.com/sappi-barrier-papers-or-plastics-not-so-simple/

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